LA NOTICIA MENOS ESPERADA
Cuando
en la vida de una pareja se instala el deseo de un hijo, la alguna vez lejana
idea de agrandar la familia se transforma en un proyecto concreto y a corto
plazo. Pero a veces sucede que tras meses de búsqueda, el embarazo no llega y
la expectativa se convierte en preocupación y ansiedad. Entonces, la pareja
recurre al médico especialista en busca de respuestas y de una solución rápida.
Sin embargo, al contrario de lo esperado, la consulta termina con una extensa lista
de estudios a realizar, que multiplica los interrogantes e inaugura una nueva
etapa para la pareja. Y una palabra que nadie quería pronunciar aparece en el
horizonte: infertilidad.
A
pesar de que poco saben sobre infertilidad quienes no están involucrados en el
tema de un modo más o menos directo, este es un problema que en nuestro país,
según datos de la Sociedad Argentina de Esterilidad e Infertilidad, afecta a un
15 % de la población en edad de concebir. Y se estima, en base a diferentes
datos, que la cifra se incrementará este año al 20 %. Entre sus causas más
frecuentes figuran trastornos físicos, psíquicos y aun sociales.
Las
consecuencias inmediatas de un diagnóstico
El diagnóstico de
infertilidad siempre es inesperado y no suele prestarse atención al efecto que
la noticia tiene sobre la pareja ni al impacto que causa. Diversos aspectos de
la vida de ambos se ven modificados a partir de ese momento.
En el
plano individual, la mujer experimenta emociones como enojo, miedo y tristeza al
considerar frustrado su proyecto de ser madre, que la acompaña tal vez desde la
infancia. Es habitual que, al ver afectada su posibilidad de concebir, sienta amenazada
su identidad misma de mujer y menoscabada su autoestima, y que la angustia y la
ansiedad la invadan. El hombre, por su parte, suele tratar de mostrarse fuerte
para cumplir con el rol de sostén y soporte emocional de su compañera, aunque
sufre en silencio por la situación que atraviesan.
Como
pareja, las rutinas comienzan a cambiar. La vida social con frecuencia se
deteriora, el matrimonio se aísla y en ocasiones hasta deja de asistir a reuniones
con amigos o familiares debido a que la presencia de niños pequeños le refleja su
propia imposibilidad. La noticia de cualquier embarazo es vivida como una puñalada
en su autoestima; la pregunta ¿y ustedes para
cuándo? los conmueve hasta lo más profundo.
La
vida sexual también se ve afectada. A partir de la nueva situación, el médico
recomienda días y horarios específicos para las relaciones, transformando la intimidad
en un hecho pautado, agendado, en el que no participan la espontaneidad ni el
deseo.
La rutina
de la vida laboral se ve asimismo interrumpida por un sinfín de estudios
médicos (ecografías, análisis de sangre, espermogramas, etc.) en los que se
debe invertir mucho tiempo y energía. Estos estudios no solo son físicamente incómodos o molestos y psicológicamente desgastantes, sino que
además es habitual que la pareja sufra la incomprensión de compañeros y
superiores, o se vea obligada a exponer su intimidad para justificar las
ausencias.
Los
avances de la medicina en materia de salud reproductiva permiten, hoy más que
nunca, que se llegue al tan anhelado embarazo. En la mayoría de los casos, el proceso
culmina con éxito, y tal vez esa sea la razón por la que no se suele poner el
foco en la contención de las parejas en tratamiento. Sin embargo, durante todo
el proceso, estas pagan un alto costo anímico (además de económico) y deben
aprender a convivir con el miedo, la ansiedad y la angustia.
Cómo
amortiguar las consecuencias del diagnóstico de infertilidad
En primer lugar, informarse
sobre la infertilidad si se desconoce el tema. Saber un poco más muchas veces
es tranquilizador y estimula un pensamiento positivo.
Por
otra parte, se aconseja que la pareja se comunique con los amigos y familiares
más cercanos para que ellos comprendan la complejidad de la situación y funcionen
como soporte. Esto, fundamentalmente, neutraliza el prejuicio habitual que
reduce un problema de salud a una situación “mental”: es usual que los
allegados manden a la pareja a “relajarse”, ignorando la verdadera dimensión
del problema y cargando las “culpas” directamente sobre los implicados, lo que
genera en ellos más angustia.
Es de vital
importancia acudir a profesionales idóneos en el tema. Los psicólogos especialistas
asumen la responsabilidad del trabajo preventivo; su función es contener,
acompañar y facilitar la asimilación de la realidad que la pareja está viviendo.
También colaboran para amortiguar el impacto de los tratamientos de alta
complejidad que incluyen entradas en quirófano. Además, acompañan la toma de decisiones
no siempre sencillas. En suma, la ayuda psicológica es de gran utilidad a fin
de minimizar el sufrimiento, teniendo en cuenta que en los casos de infertilidad,
el dolor preponderante no se siente en el cuerpo.
Lic. Pablo Barraza.
Psicólogo - @Lic_barraza
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